QUé ES LA NIEBLA MENTAL Y CóMO PUEDES COMBATIRLA

Trato de explicarle a mi pareja que me he dejado las gafas sobre el microondas... Pero no me sale la palabra: "Están en la máquina, ya sabes, la cosa". ¡La cosa! "¡Encima del periodista!". ¿He dicho "periodista"? A estas alturas él ya las ha encontrado, pero yo continúo hecha un lío. Últimamente me pasa mucho. Dejo objetos en sitios extraños, como la nota de la tintorería que acaba en la nevera; voy a llenar el depósito del coche a pesar de que está a tope, porque he mirado otro indicador... Mi cerebro es como ese bolso repleto en el que buscas las llaves: tienes la certeza de que están ahí, pero, por más que revuelves, no aparecen.

¿Qué me está pasando? Este tipo de confusión, lapsus de memoria y pensamientos lentos o desenfocados nacen de la llamada 'neblina' o 'niebla mental'. No se trata de una enfermedad diagnosticable, pero es fácilmente reconocible, nos debilita y, al parecer, va en aumento. Las búsquedas en Google del término en inglés ‘brain fog’ se han incrementado un 120% desde la pandemia y en versión hashtag tiene más de 486 millones de visualizaciones en TikTok (#nieblamental acumula más de 10 millones).

Los datos de un estudio reciente del Instituto Nacional de Salud Pública y Medio Ambiente de Países Bajos confirman un aumento significativo de los afectados desde 2020. Pero ¿qué es en realidad?¿Cuál es su gravedad?¿Estaré así de aturdida siempre? Lo complicado de esta afección radica en que todos hemos experimentado algo similar.¿Quién no ha entrado en una habitación sin saber lo que iba a hacer en ella?

¿Y si no se disipa?

Esta disfunción cognitiva acompaña a la resaca, el ‘jet lag’ y momentos de mucho estrés o agotamiento. Pero si los síntomas se prolongan y se hacen frecuentes, dejan de ser inofensivos: pueden tener un impacto perjudicial en tu bienestar o indicar algo más grave. De hecho, la niebla mental persistente puede darte la sensación de que te mueves a cámara lenta. Las personas que la padecen manifiestan falta de atención, olvidos, torpeza, fatiga y dificultades con las funciones ejecutivas del cerebro (planificación, organización y toma de decisiones). Sabina Brennan, neurocientífica y autora de ‘Beating Brain Fog’ (Superando la niebla mental), insiste en que, aunque no sea una enfermedad o un trastorno, "eso no quiere decir que no sea real. Lo es". Más que como un problema en sí mismo, Brennan lo ve como "una señal de que algo no va bien, de que es necesario actuar", sostiene.

Esta investigadora la compara con lo que sucede con la tos. A corto plazo, tendrá un desencadenante identificable, como respirar una sustancia irritante, pero, si se prolonga, querremos indagar su verdadero origen. "Pueden provocarla ciertos problemas de salud y algunos medicamentos como efecto secundario, también desequilibrios hormonales, carencias nutricionales e incluso factores relacionados con el estilo de vida", enumera. Se ha observado su aparición junto a cambios hormonales como los de la menopausia, el embarazo (esos despistes que se agrupan bajo la expresión inglesa ‘baby brain’), la enfermedad tiroidea o la quimioterapia. También en dolencias crónicas graves, como la fibromialgia, la esclerosis múltiple y el síndrome de fatiga crónica.

El Servicio Nacional de Salud británico detalla que la niebla mental guarda similitudes con las consecuencias de la privación de sueño, pero no genera cambios estructurales en el cerebro. Y que, por suerte, es algo de lo que la gente suele poder recuperarse. Además, podemos estar viéndola más por el impacto, aún no del todo conocido, del ‘covid-19’. También se la vincula con situaciones vitales como el aislamiento, la adaptación a nuevas formas de trabajo y el estrés por cuestiones económicas. Aparte, por supuesto, está el hecho de que ahora hablamos de ella mucho más, y eso nos permite ponerle nombre.

Un vuelco laboral

Katya Skuade (29 años), trabaja en finanzas y sufre covid-19 persistente (y niebla mental) desde 2021. En una reunión con clientes, por ejemplo, negó que existiera un producto que, de hecho, había creado ella misma. "Al acabar, un colega me llamó y me preguntó por qué les había dicho eso. Y, de repente, lo recordé. Desarrollarlo me había llevado 50 horas... Fue muy extraño", cuenta. En su empleo, la rapidez es esencial, pero Katya tiene que dedicar parte de su tiempo a tomar nota de todo. Si no lo hace, lo olvidará. "Solía tenerme por inteligente. Podía hablar de distintos temas sin preparármelos mucho y sin ansiedad, y responder a preguntas inesperadas. Eso se acabó", afirma.

Algunas variantes del ‘covid-19’ afectan a la barrera hematoencefálica dañando las células cerebrales, lo que puede derivar en enfermedades neurológicas, déficits cognitivos y niebla mental, según una investigación del Instituto Francis Crick. Otro estudio, este del King’s College de Londres, señala que la que se asocia con el ‘covid-19’ tiene un efecto comparable al envejecimiento cognitivo de una década. Tanto es así que el incremento de su incidencia supone "una crisis en la salud neurológica", según apunta Michelle Monje, de la Universidad de Standford.

Busca su origen

A Kelly Brownell, este problema le ha llegado como un efecto secundario del síndrome de fatiga crónica (que afecta en torno a un 0,3% y un 0,5% de la población). Kelly lo desarrolló a los 32 años y ahora con frecuencia tiene que estar en cama. No puede trabajar y, aunque antes solía tocar la guitarra y cantar en su tiempo libre, ahora le cuesta recordar las palabras: "Lo vivo como si tuviera demencia. No puedo confiar en mi cerebro. Es aterrador".

Sallie Baxendale, profesora de Neuropsicología clínica del University College de Londres, explica que "el cerebro tiene una capacidad limitada", y que esta falta de claridad y confusión mental sucede cuando algo te debilita, como un virus o el estrés. Si tratas esas causas, a menudo la niebla se disipa con ellas. En los casos de quimioterapia, por ejemplo, ha quedado demostrado que se desvanece cuando finaliza el tratamiento.

El desencadenante, por otro lado, puede ser más benigno: "Cuando empiezas a notar que no das con las palabras adecuadas, entras en un círculo vicioso. Te vuelves hipervigilante ante cada fallo de memoria. En algunos casos, aunque no en todos, este puede ser un factor determinante".

Si sientes que esto te está ocurriendo, da el primer paso: acude a tu médico para descartar enfermedades. Después, piensa en mitigar el problema, según la doctora Brennan, con cambios en el estilo de vida. Cumple la recomendación clásica de sueño, ejercicio y dieta. El deporte nunca excesivo si existen enfermedades como el covid-19 persistente, y la alimentación, siempre mediterránea. Kelly sabe que su síndrome es para siempre, pero le ha ayudado aprender a cuidar su ritmo vital. Para Katya, el salvavidas ha sido la meditación consciente. A mí me consuela conocer las posibles causas de mi propia niebla mental.

SI TE DESPISTAS...

No dudes en utilizar ‘gadgets’ y otros recursos. Los enumera Sallie Baxendale, profesora de Neuropsicología clínica del University College de Londres.

  • Haz una lista: Por ejemplo, cuando vas al súper. Su utilidad está clara, pero es que, además, "cuanto más descargues tu cerebro de cargas ‘externalizándolas’, más se centrará en lo necesario".
  • Deja espacio libre: "Recurrir a un diario o una aplicación para recordarte cosas no es un fracaso, sino que significa que estás liberando capacidad cerebral".
  • Enfoca: "Si logras un estado de atención plena y estar realmente presente, es más probable que asimiles la información. A veces no se trata de verdaderos fallos de memoria, sino de que nuestra mente está en otro lado".

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