CóMO ENTENDER A LOS HOMBRES, LA GUíA DEFINITIVA PARA ENTENDER SU CEREBRO: "SI LES HABLAS DE MODO REPETITIVO, SU MENTE LO TRATA COMO SI FUERA RUIDO BLANCO Y LO BLOQUEA"

Cuando digo a mis 'BFF' que voy a hacer un reportaje sobre cómo funciona el cerebro masculino, hay un estallido de risas. "Pues vas a acabar pronto", dicen. A la neuropsiquiatra Louanne Brizendine le pasó algo similar cuando, tras escribir 'El cerebro femenino' (ed. Debolsillo) decidió hacer uno sobre el de los varones. "Se piensa que ellos se centran en el acoplamiento sexual y que tienen una mente muy simple –apunta–, sin embargo eso no se ajusta a la realidad".

La culpa es de la testosterona

Una de las primeras cosas que deja claras Brizendine es que "la mente masculina y la femenina son más similares que distintas". Aunque, matiza, "hay diferencias genéticas, hormonales y estructurales significativas, así como en la socialización". La neuropsiquiatra suele describir el cerebro de ellos como uno femenino "marinado en testosterona durante el embarazo". Esa es, justo, su principal diferencia. "A las ocho semanas de gestación, los testículos secretan grandes cantidades de testosterona y cambian el cuerpo y el cerebro a masculino. Sin ella, el feto se desarrollaría como femenino", aclara. La importancia de dicha hormona en su organismo es tal, que su déficit puede causar fatiga, irritabilidad e incluso depresión. También es la responsable de su proverbial agresividad.

Para "calmar un poco la fiera de la testosterona", la psicoterapeuta Isabel Menéndez, directora de la clínica de psicología Isabel Ménéndez, les recomienda dar abrazos de unos 20 segundos: "De este modo, la oxitocina –la hormona que establece vínculos emocionales, reduce el estrés y la ansiedad, y aumenta la empatía– va al torrente sanguíneo".

Análisis de la mente masculina

Si nos metiéramos dentro de su cabeza, podríamos apreciar diferencias con respecto a la nuestra. Nosotras tenemos más desarrollado el córtex cingulado y el prefrontal –en ellos no se desarrolla hasta los 21 o 22 años–, así como la ínsula y el hipocampo, relacionados con las emociones, la autorregulación o el control de los impulsos. Por ejemplo, me pregunta Menéndez: "¿Te suena que ellos no se acuerden de vuestros momentos buenos o malos, o que se sorprendan de la razón de tu enfado? Ocurre porque el hipocampo es responsable de la memoria, también de la emocional". Por ello es probable que él realmente no se acuerde de que estabas enojada. "El impacto emocional que tú tienes tras una discusión con tu pareja para él ya no existe", apunta Menéndez.

Además, si las mujeres charlan en plan murmullo o de modo repetitivo, su mente lo trata como si fuera un ruido blanco y bloquea el sonido. O sea... ¡No te escuchan!

El papel de la primitiva amígdala

Sin embargo, hay algo que sí tienen ellos más desarrollado: la amígdala, la parte más primitiva que registra el miedo y dispara los arrebatos. Por eso, explica Menéndez, "tienen mayor tendencia a expresar su estado emocional mediante conductas agresivas, mientras que las mujeres prefieren la mediación simbólica y la expresión oral. No es una leyenda que nosotras tengamos más capacidad emocional". Esto hace que, ante una pérdida o una muerte, ellos puedan llegar a golpear la pared, enfadarse con el mundo y no saber expresar adecuadamente sus emociones. "Si nosotras gobernáramos el mundo, posiblemente evitaríamos muchas confrontaciones", señala la psicóloga. Pero también por esta diferencia recuerda que "el hombre suele defender a su pareja, a su prole. Su amígdala está siempre preparada y desencadena una agresividad protectora".

"No llores (como si fueses una niña)"

A veces un hombre puede resultar tan indescifrable como un extraterrestre recién llegado a la Tierra. Incluso tras decirle algo fuerte, como que quieres dejar la relación con él, es capaz de mantener un rostro imperturbable. Esto no ocurre por casualidad, sino por una mezcla de factores. Por un lado, se refuerza en el modo en que se les educa. Los niños varones perciben que sus progenitores aprecian que se comporten de forma 'masculina'. Así, aprenden a esconder sus emociones.

Quizá escuchemos demasiadas veces eso de "llorar es de niñas", como si fuera algo malo. Por otro lado, el hieratismo masculino también tiene que ver con el funcionamiento de su mente. Nuestro cerebro tiene dos sistemas emocionales que funcionan al mismo tiempo: el de la unión temporoparietal y el neuronal especular. Ellos tienden a usar más el primero –que promueve buscar soluciones–, y nosotras el segundo –que dispara la empatía–.

¿En serio piensan como suponemos?

Podría decirse que, de algún modo, sus genitales dominan su mente. Sobre todo en su juventud. Las hormonas masculinas se encargan de aumentar su deseo, pero además tienen dos veces y media más espacio cerebral dedicado al impulso sexual en el hipotálamo. Por eso, los pensamientos eróticos ocupan buena parte de su corteza cerebral visual. Y esa es la causa de que suelan mirar a las chicas que les parecen excitantes aunque tú vayas de su brazo. Eso sí, las olvidan en unos segundos. Como indica Brizendine en su libro, "por motivos neurológicos, el pene tiene mente propia". Sin embargo, la psiquiatra precisa que, cuando deseo y amor se conectan, el hombre se puede enamorar tan profundamente como la mujer, "o tal vez más".

No tienen justificación

Conocer las diferencias de género biológicas ayuda a disipar los estereotipos negativos en torno a la masculinidad. Pero para la sexóloga Ana Sierra es fundamental "entender que un hombre es un ser humano como tú, aunque muy diferente". Ella considera que su género "es sólo un matiz más". Mirarlo en contexto, señala, "nos ayudará a superar sesgos cognitivos, como generalizar diciendo 'todos los hombres son…'". Saber cómo funciona la mente masculina ayuda, también, a desterrar mitos.

"Por ejemplo, él no es infiel por naturaleza, lo dice para justificar sus actos. Tampoco sufre más que tú al quedarse a medias cuando tenéis sexo. Lo del típico dolor de huevos lo usa para que tú le hagas algo que no quieres hacer", recalca Ana Sierra. Además, subraya que "las hormonas no impiden la responsabilidad afectiva". Tampoco son disculpa para los comportamientos egoístas. Para dejarlo claro, lo compara con la influencia de las hormonas en el ciclo menstrual. "En la fase ovulatoria las mujeres estamos más dispuestas a mantener relaciones íntimas. Pero esto no significa que siempre se lleven a cabo, ni siquiera que se deseen en un momento determinado", puntualiza la experta.

Ellos ligan como las lagartijas y aquí está la prueba

Louanne Brizendine usa el comportamiento de la lagartija de costado manchado –cuyo color de garganta varía–, para explicar las estrategias de apareamiento masculinas más comunes.

  • El don Juan: los machos con la garganta amarilla se aparean con todas las hembras que consiguen conquistar y desaparecen. Sí, como esos buitres que os sobrevuelan a ti y a tus amigas un 'finde' cualquiera.
  • El macho alfa: los 'garganta naranja' usan la estrategia del harén: conservan un grupo de hembras para aparearse. El macho alfa busca gustar al mayor número de mujeres y así variar. Te hacen caso, sí, pero cero compromiso.
  • El monógamo enamorado: los 'garganta azul' apuestan por aparearse con una sola hembra y la acompañan de forma estable. Si tu pareja dejó de buscar por ahí y se comprometió contigo, probablemente sea este tipo.

¿Cómo funcionan las hormonas masculinas?

Las hormonas pueden ser las responsables de que, a veces, ellos puedan parecernos herméticos y ajenos.

  • Testosterona: la gran reina. La más poderosa, les impulsa a destacar, ser más competitivos y agresivos y buscar la pareja de sus deseos. También a, ¡oler a hombres!
  • Vasopresina: pura virilidad. Esta sustancia regula sus circuitos cerebrales realzando la masculinidad. Les hace galantes, monógamos y defensores de su pareja y de su descendencia.
  • Antimülleriana: cero feminidad. Anula las conductas típicamente femeninas en el cerebro. O sea, les convierte en hombres.
  • Oxitocina: la que nos une. Les calma, genera vínculo con su pareja e hijos y les produce ese sueño inmediato poscoital.
  • Prolactina: les hace padres. Estimula las conexiones en el cerebro masculino favorables a la conducta paternal y disminuye el impulso sexual.
  • Cortisol: alerta máxima. Se les activa ante la amenaza y les prepara para la pelea en plan gladiador.
  • Androstenediona: la seductora. Cuando se les activa sobre la piel, aumenta su atractivo.
  • Dopamina: la gran vigorizante. Aporta bienestar y les motiva. La obtienen de los juegos y del sexo. Incrementa el éxtasis durante el orgasmo.
  • Estrógeno: para los mimos. Sí, también lo producen. Muy potente, les hace ser más cariñosos y contribuye a generar esperma.

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