El hígado es el órgano de mayor tamaño dentro del cuerpo.
Se encarga de ayudar al organismo a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar toxinas. Sin embargo, estas funciones pueden verse afectadas por enfermedades como la hepatopatía. Aquí veremos cuáles son las primeras señales de la enfermedad hepática.
La enfermedad hepática o hepatopatía es cualquier afección o trastorno que causa daños en el hígado y no permite que este funcione correctamente, como hepatitis, cirrosis o hígado graso. Puede ocurrir por distintas causas:
Otros factores que pueden dañar el hígado y favorecer la enfermedad hepática son:
Los hispanos o latinos tienden a padecer enfermedad hepática, específicamente cirrosis, hepatitis o hígado graso, en mayor medida que los caucásicos o afrodescendientes.
Algunos estudios muestran que incluso pueden sufrir estos problemas en promedio entre 5 y 10 años antes que el resto de las comunidades.
Ten en cuenta las siguientes señales de advertencia de la enfermedad hepática para anticiparte y evitar que se agrave:
Todos hemos padecido alguna vez picazón o comezón y sabemos lo irresistible que resulta rascarse.
Si bien este síntomas puede ser una señal de muchas afecciones, los especialistas aseguran que es uno de los síntomas de la enfermedad hepática que pasa desapercibido con mayor frecuencia.
Ocurre cuando el hígado no puede procesar la bilis por los altos niveles de bilirrubina (un pigmento biliar). Esa falta de flujo de líquido se traduce en una molesta piel seca y escamosa.
Las principales funciones del hígado son digerir los alimentos y eliminar las toxinas del organismo. Cuando no funciona adecuadamente, estas sustancias dañinas pueden viajar a diferentes partes del cuerpo, incluido el cerebro.
Esa presencia de las toxinas puede causar, entre otras cosas, confusión, problemas para concentrarse o recordar cosas, desorientación, dificultad para hablar o moverse, cambios en el humor e incluso alucinaciones.
Otras señales tempranas características de la enfermedad hepática son el cansancio, la fatiga o el debilitamiento.
Aunque los especialistas aún desconocen el vínculo con estos síntomas, creen que podría deberse a alteraciones en la química cerebral similares a las que ocurren durante los cambios en el estado de ánimo.
Generalmente situado en la parte superior derecha de la barriga (debajo de las costillas), suele ser una de las señales más comunes y reconocibles de la enfermedad hepática.
Este dolor persistente y punzante puede deberse a la retención de líquido, o de albúmina y proteínas en sangre, que puede avanzar a una inflamación del estómago de los afectados denominada ascitis.
Al afectar el funcionamiento del hígado, la enfermedad hepática muchas veces es responsable de la reducción en la producción y circulación de proteínas.
Esto causa problemas circulatorios, que provocan inflamación y acumulación de líquido, también conocida como edema, especialmente en los pies, piernas o tobillos.
Esto ocurre por efecto de la gravedad, que atrae el líquido hacia la zona inferior del cuerpo.
La ictericia es la coloración amarillenta que adquiere la piel y la esclerótica (membrana blanca de los ojos).
Esto puede ocurrir por la acumulación de bilirrubina en sangre, a causa de un mal funcionamiento del hígado provocado por la enfermedad hepática.
Otro síntoma que puede provocar esta afección es la tendencia a sangrar o lastimarse con mayor facilidad, debido a que disminuye la velocidad con que se producen plaquetas, proteínas necesarias para que la sangre coagule.
La orina y las deposiciones puede adquirir un tono amarillo oscuro e incluso negro cuando aumentan los niveles de bilirrubina en sangre.
Esta afección ocurre por el mal funcionamiento del hígado, que no es capaz de digerir los alimentos correctamente y eliminar las toxinas.
La enfermedad hepática afecta al metabolismo, la digestión y a la capacidad del cuerpo para procesar y eliminar toxinas.
Este conjunto de alteraciones se traduce en distintos problemas gastrointestinales, incluida la indigestión, reflujo, vómitos y náuseas.
Muchas de estas señales pueden pasar desapercibidas en un principio, por lo que es importante realizar chequeos regulares para conocer nuestro estado de salud. Otra forma de cuidar el hígado es:
Fuentes consultadas: Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, Clínica Mayo, Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales.
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